“Lo siento por los que en materias de gustos no tienen más criterio que la moda” (Clarín. El Quin)
A diferencia del femenino, el vestuario masculino clásico, por suerte, es bastante inmune a las tendencias y a las modas. Es cierto que hay prendas que debido a ellas pueden llegar a experimentar cierto auge o por contra olvido, pero en líneas generales las prendas tradicionales salen airosas del paso del tiempo.
Pero por desgracia, la moda sí puede llegar a influir en la combinación de prendas que debieran ser incompatibles entre sí, normalizando su convivencia. Buenos ejemplos de ello son el afán por conjuntar chaqueta blazer y bermudas o corbata y pantalones vaqueros. Como he apuntado en multitud de ocasiones, siempre debe haber cierto equilibrio entre los elementos, teniendo claro su naturaleza más seria o más desenfadada. Esta es seguramente a todas luces una obviedad, pero también una de las claves para acertar y no dar un patinazo de consideración con nuestra vestimenta.
En este terreno, una de las mayores genialidades que conozco y que vienen al caso como anillo al dedo, es el uniforme de gala de los Mossos d’Esquadra, la policía autonómica catalana. Ser capaz de combinar en el mismo conjunto sombrero de copa y alpargatas de cinta azul es para nota. Es verdad que no se trata de una creación reciente sino centenaria, pero encaja a la perfección como supuesto de quiebra absoluta de la regla de la debida proporción entre prendas y complementos que comentaba. Esta desproporción convierte a este traje de gala en un despropósito digno de parodia, en algo impostado o artificial, que perfectamente podría haber salido de un cuento como Alicia en el país de las maravillas, de una representación teatral o de una distopía.
