La primera acepción de la palabra Luto en el diccionario de la Real Academia Española es la siguiente: “Signo exterior de pena y duelo en ropas, adornos y otros objetos, por la muerte de una persona. El color del luto en los pueblos europeos es ahora el negro”.
Por el año 2006 escribí un post titulado El lenguaje de las corbatas en el que manifestaba su papel como instrumento de comunicación y manifestación social. La semana pasada pudimos ver la comparecencia de Pedro Sánchez en el Congreso de los diputados luciendo una corbata en una tonalidad muy distinta al color negro que, en mi opinión, se le debería exigir dado la tremenda cifra de fallecidos que está dejando el coronavirus en nuestro país. En cambio, si llevaron corbata negra Pablo Casado (pp), Santiago Abascal (vox) y Edmundo Bal (ciudadanos).
Un detalle que puede parecer anecdótico y superficial, pero que no lo es en absoluto, sobre todo en unas circunstancias tan excepcionales y trágicas como las que nos encontramos. Gesto que a mi juicio puede denotar dos cosas y no precisamente excluyentes entre sí, una falta de empatía que raya la psicopatía y una intención de dar una imagen muy diferente de la cruda realidad que vivimos. Y esto último, encaja muy bien con la línea editorial de una gran mayoría de medios de comunicación de nuestro país que abren los telediarios con las morgues de Nueva York sin mostrar antes el horror patrio.
Decenas de miles de víctimas mortales y vidas rotas no pueden ser números o quedar como una mera estadística, honremos a nuestros muertos y respetemos al máximo el sufrimiento y dolor de sus familiares.
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