Hay pocas cosas tan marineras como las Breton Stripes, aunque, seguramente, por esta denominación muchos no las identifiquen. Reciben este nombre las clásicas y alternas rayas de colores azul marino y blanco que decoran las camisetas de origen marinero. De hecho, esta prenda nació como consecuencia de la entrada en vigor de una ley francesa de 1858 que la imponía como el uniforme de este gremio para facilitar su localización si caían por la borda. Pronto alcanzó gran auge y difusión entre el sector, extendiéndose globalmente entre los marinos de todo el mundo.
Un pequeño taller de Saint James en la Bretaña francesa y fundado por la familia Legallais fue el encargado de su fabricación, convirtiéndose con los años debido a la fuerte demanda en una industria de referencia. Pero fue en los años veinte Coco Chanel quien la introdujo en el mundo de la moda, convirtiéndola en todo un icono chic. Ya a mediados del siglo XX, se vinculó al movimiento de cineastas franceses Nouvelle vague. Durante la década de los ochenta, el diseñador galo Jean-Paul Gaultier la hizo suya como de sus básicos.
Sus numerosas apariciones cinematográficas en célebres películas como Atrapa a un ladrón de Alfred Hitchcock con Cary Grant, Rebelde sin causa con James Dean o Salvaje con Marlon Brando, entre otras, han contribuido a su fama. A lo que hay que sumar personajes incondicionales y adeptos de la talla de Picasso, Andy Warhol, Marilyn Monroe o Audrey Hepburn.
La camiseta bretona original era de manga larga y tenía 21 rayas, una por cada victoria de Napoleón. Estamos ante todo un icono de estilo, un clásico ajeno a las modas, que no puede faltar en el vestuario femenino, aunque es cierto que en el masculino tiene más difícil encaje. Con la llegada del verano, no suele faltar en el catálogo de la mayoría de firmas de moda. Su versión en jersey también goza de gran difusión.
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