El color negro, un arma de doble filo en el vestuario del hombre
El color negro en el vestuario femenino es seguramente una de las opciones más estilosas, pero en cambio, en el masculino puede ser un arma de doble filo. Queda extraordinariamente elegante y distinguido en un esmoquin, en un chaqué o en un frac, es decir, en trajes de etiqueta, especialmente por la tarde o noche. Pero en mi opinión, no sucede los mismo con el traje de chaqueta.
Los trajes negros no debieran tener cabida en el armario del hombre. De hecho, estos sólo estarían justificados en actos funerales o de duelo. Y la verdad es que en estas ocasiones, siempre con corbata negra, un traje gris marengo cumple a la perfección esa seriedad pretendida, o incluso, uno azul marino. Por tanto, no le veo ni sentido ni me parece acertado.
Desafortunadamente, no son pocos los que apuestan por este traje en eventos y galas como alternativa o sustituto del esmoquin. Una equivocación que casi podría quedar en anécdota porque hay quien lo agrava luciendo camisa y corbata en el mismo color.
Al contrario, el color negro en unos zapatos, particularmente en unos oxford lisos, no sólo es conveniente sino que no debería faltar en todo zapatero masculino que se precie. Ocurre lo mismo con cinturones y calcetines, pero no así, con camisas y jerséis. Una camisa negra es uno de los mayores despropósitos que puede cometer un hombre a la hora de vestirse, un desliz imperdonable que deja patente la falta de gusto de quien la lleva.
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