La madurez de la elegancia

Si la vida ya es de por sí efímera, la juventud y la belleza se pueden calificar de especialmente fugaces. Los años pasan para todos, y para algunos con especial mella, aunque parece que vivimos en una sociedad empeñada en no querer aceptarlo. No es que quiera ponerme trascendental sino confrontar esta realidad con cómo la madurez puede aportar un importante plus o carácter a nuestro estilo. Algo que se podría resumir coloquialmente con la expresión popular que afirma que como los buenos vinos, se gana con el paso del tiempo

Y voy a dar un par de ejemplos prototípicos que no sólo vendrían a darme la razón sino que podrían constatar que incluso me he quedado algo corto. El primero de ellos sería el actor británico David Niven. Un verdadero gentleman cuya elegancia y distinción fueron a más con el paso de los años. Si uno ojea fotografías de su trayectoria, podrá comprobar que en los últimos años alcanzó el culmen de un impecable estilo que no atesoraba en su juventud. El segundo personaje que voy a traer a colación es Giovanni Agnelli, L´Avvocato. Con una elegancia innata, constituyó un auténtico icono de estilo. Al igual que en el supuesto anterior, se puede decir que al magnate de Fiat le sentaban francamente bien las canas.

Por lo que se podría concluir que al igual que ocurre con ciertas prendas y complementos de vestir, a las personas no nos tiene por qué sentar mal el paso del tiempo, por lo menos en un plano estilístico. Será la pátina.